La espiral creativa de Queensryche venía creciendo a pasos agigantados.
Desde el increíble EP del 83 estaba clarísimo que no estábamos ante una banda
más y apenas cinco años después concibieron esta obra maestra que catapultó al
grupo a otro nivel.
Hace exactamente 30 años, en Mayo de 1988, el rock duro se colgaba una
de sus cocardas más brillantes, un verdadero testimonio de creatividad y talento
con el cual Queensryche dio rienda suelta a una ambición poco frecuente en
aquél lejano 1988.
El disco sostenía la intensidad de Rage For Order, pero con un vuelo
mucho más amplio a la hora de componer, todo era perfecto, la belleza de los
arreglos, la interpretación superlativa de los chicos de Seattle, que hacen de
este álbum un clásico eterno, un disco perfecto, inmortal y casi imposible de
empardar.
Queensrÿche era una de las pocas bandas que se atrevía por esa época a
criticar su sistema político y social, a
su presidente y tratar de que la gente entienda de que se trata la manipulación
de los medios que en Estados Unidos lo controlan todo. Nadie podía aseverar que
la trama de la historia enmarcada dentro de un ámbito de corrupción
gubernamental, y avaricia corporativa hoy
en día no tenga una vigencia absoluta a tres décadas de su edición. Lo paradójico,
a mi juicio, es que por momentos la historia pasa a un segundo plano, dado la
magnificencia de lo estrictamente musical a partir de un álbum de concepto
coherente, evocador y provocador.
Y es ahí cuando se instalan como un grupo distinto a la hora de la
lírica mientras que desde lo musical, encontramos a uno de los mejores
cantantes de la historia, una dupla guitarrística de ensueño y una base como
pocas han existido dentro del espectro de la música que nos identifica. Cinco
músicos en estado de gracia permanente que durante la primera década de la
banda supieron concebir una serie de discos inolvidables que tienen en
Operation su momento culmine y
definitivamente es un punto de inflexión esencial en la historia del género.
Claramente estamos ante un disco que marca un precedente, como lo
hicieron discos como la saga Keeper de Helloween, Thundersteel de Riot, o el
mismísimo Painkiller, casualmente todos engendrados en el último suspiro de de
los 80, casi como un corolario de la década dorada.
A pesar de la grandilocuencia de Mindcrime, sería un par de años mas
tarde con Empire, cuando Queensryche obtendría su mayor aceptación, de la mano
de Silent Lucidity.
Los 90´s, la ida de De Garmo, el insoportable ego de Tate,
devendrían en una serie de discos entre discretos y erráticos, que muy lejos
estarían de la obra a la que hoy veneramos.
Hoy, en Mayo de 2018, todos somos Nikki o el Dr X, una vez más. En 30
años, muchos de los gritos de Operation Mincrime, resuenan con una vigencia
alarmante.
Eddie Jackson - Chris De Garmo - Geoff Tate - Scott Rockenfield - Michael Wilton - |
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