AC/DC: Highway To Hell (1979) |
El 27 de Julio estamos celebrando el aniversario de dos de esos discos que a muchos de nosotros nos han marcado de por vida.
Primeramente nos retrotraemos a 1979, cuando la banda australiana escribe el que resultaría siendo el epitafio del inolvidable Bon Scott. Highway to Hell es, a mi juicio, el mejor disco de la historia de la banda, y en esta sentencia sé que no estoy tan solo, más allá de que el disco posterior le pelea palmo a palmo un lugar de privilegio.
Este es el disco que les abre las puertas a eso tan deseado llamado suceso, y mucho tuvo que ver la llegada de Mutt Lange a la consola quien puso a AC/DC en el mapa musical a nivel mundial, siendo este disco y Back In Black las piedras angulares de su carrera.
Desde esa portada desafiante, que muestra a cinco muchachos dispuestos a todo, es la imagen que mostraría la verdadera esencia de la banda, ayer, hoy y siempre. A partir de ese himno de rebeldía que bautiza el disco desde un riff corrosivo y lacerante que lo transforma de manera instantánea en uno de esos clásicos inmortales que nos obliga a mover la patita, sin importar el contexto y el lugar. Una clase de hard rock, de las que dejan huellas indelebles en la historia y que nos hacen entender (como si hiciera falta a esta altura) porque elegimos esta banda de sonido en nuestra vida. Claramente habían entrado en un estado creativo óptimo, y todas y cada una de las canciones demuestran que estamos ante un disco perfecto a todas luces. La sabia mano de Lange tiene mucho que ver en esta “accesibilidad” que AC/DC encuentra a partir de aquí a través de una precisión y una magnitud que no habían logrado en los intentos previos. Las guitarras suenan directas, crujientes, ilustran como debe sonar esta música.
En lo personal, estamos ante el disco que me presentó a AC/DC en mí, hoy lejana adolescencia y la canción fue Touch Too Much, quizás la más “ganchera”, en lo estrictamente comercial. A partir de ahí, un mazazo tras otro. El Boogie encantador de Girls Got Rhythm, Shot Down in Flames, Get It Hot, esa obra maestra que es la nunca bien ponderada If You Want Blood (You've Got It), la encantadora desprolijidad de Love Hungry Man, y ese desgarrador final, Night Prowler, donde Bon canta su adiós, desde esa garganta prodigiosa y arrogante que para quién suscribe, y más allá de la historia posterior escribiría Brian Johnson, es definitivamente LA VOZ de AC/DC. Han pasado 42 años, y para nada ha envejecido, ni el disco, ni la esencia, y mucho menos el legado que nos dejó esta placa, que nos invita desde entonces a animarnos que por una “autopista al infierno” iremos a ese lugar donde sostienen, no es tan malo estar. Veremos que decide nuestro destino, llegado el momento.