lunes, 2 de abril de 2012

A 26 años de Rock In Rìo 1985 - La Experiencia De Mi Vida - Parte 3 -


Imagen central del poster que nos regalaron con las entradas
A esta altura, llevábamos, aproximadamente 10 días en tierra pentacampeona. A duras penas podíamos creer las cosas que nos pasaban, tanto en lo que al Festival, se refiere, como a todas esas otras  que forman parte de las vivencias en vacaciones con amigos.
Mientras tanto teníamos claro que semejante sueño no sería eterno y tal como se fueron dando las cosas, manteníamos la esperanza en repetir las sensaciones.
Una noche volviendo a casa, decidimos pasar por la puerta del Copacabana Palace a ver que onda sin demasiadas expectativas. Extrañamente no había gente amontonada, simplemente un puñado de curiosos, mirando hacia arriba, donde estaba la lujosa terraza del hotel y de donde provenía  una música festiva, típica de esas que se escuchan en reuniones, donde sobra la gente. Había que descartar posibilidades, pero efectivamente nuestra intuición, una vez más no falló. Se trataba de una fiesta realizada por la organización, donde estaban la mayoría de los artistas.....Demasiado tentador.
No estábamos vestidos para la ocasión ni mucho menos, pero seguramente, no habría de ser una fiesta de etiqueta. Tal cual había sucedido los días anteriores intentamos utilizar nuestros mejores modales para traspasar esa puerta. Debo reconocer que los obstáculos a vencer no eran demasiados pero esta vez, no hubo suerte....Nos quedamos afuera. De todas maneras permanecimos un ratito más por si las moscas. En ese momento asoma alguien ofreciendo autógrafos, de todos aquellos que disfrutaban de la fiesta. En mi clarìsimo portugués le pregunté a que metalero tenía ahí, a mano, como para obtener alguna rúbrica , a lo que me responde..Scorpions... Fantástico pensé, y sin dudar me saqué la musculosa, con la esperanza de no volver a lavarla en mi vida, si la promesa del extraño se corporizaba y la firma de Klaus Maine, Schenker, ò Jabs
Pasaban los minutos y nada. De hecho, ya había asumido retornar a casa en cuero cuando el dealer (?) de autógrafos, me revolea por la cabeza mi remera, que cae hecha un bollo a mi lado. Casi con desperaciòn desenredè la musculosa, y lo único que veía era un garabato inentendible. Miré hacia arriba y el extraño eleva su pulgar sonriendo plenamente conforme con la tarea realizada. A los gritos logré preguntarle quién había firmado, y muy suelto de cuerpo me responde..Rod Stewart.. Yo te dije Scorpions, respondí...y la respuesta fue simple...cuando los busque ya no estaban....Debería creerle?. Es más, debería creer que era ciertamente el rubio cantante escocés quién había firmado? . Cuando volví a elevar la vista, el extraño ya no estaba.
Y sin mi contacto a mano, no tenía sentido seguir allí, así que comencé a ganarle terreno a la noche, calurosa, pesada rumbo a casa, con una vivencia más para compartir. Al cabo de unos días la firma había desaparecido tan misteriosamente como llegó. Se ve que no me importaba demasiado.
Mientras tanto la segunda fecha estaba cada día más cerca, así que al día siguiente decidimos, a última hora de la tarde, volver al Hotel. Esta vez no estábamos solos, ya que una de las amigas brasileras, que solíamos frecuentar (?) y que además tenían movilidad, la que usufructuamos a más no poder en esos días nos acompañaron con la cámara de fotos que nosotros no teníamos. En ese momento  algunos de los artistas de los primeros días, ya habían abandonado Brasil, entre  ellas Maiden y Queen.
Viernes 18 de Enero, noche previa a la jornada metalera del día siguiente, donde Whitesnake, Ozzy, Scorpions y Ac/DC habrían de estremecer Rìo de Janeiro. A sabiendas que era la ùltima oportunidad, decidimos volver al Copacabana, con la firme intención de obtener algún souvenir importante que sea una suerte de testimonio definitivo de nuestro viaje. Afortunadamente, el ingreso al Hotel fue relativamente sencillo, quizás como nunca antes, quizás porque esta vez decidimos encarar la misión un poco más temprano y casi no había fans en la puerta.
No sé si porque nos tenían vistos, si inspirábamos confianza, ò vaya a saber que bendición se había apoderado de nosotros, en ningún momento tuvimos restricciones para recorrer toda la planta baja, salir y quedarnos al lado de la pileta, disfrutando en silencio de nuestra suerte.
Serían algo más de las 20.00, cuando nos acercamos al Bar atraídos por un piano que sonaba tenue desde allí. Bastó llegar a la entrada del lugar para sentir las piernas como dos bloques de cemento... a escasos cinco metros Ozzy Osbourne, sentado al piano, jugueteaba con las teclas, mientras departía con John Sykes, cervezas mediante. Era verdad...existían... Ozzy era de carne y hueso y estaba ahí. Los dos minutos que duró la escena, es parte del disco rígido de mi memoria por el resto de mis días. Como pudimos, e intentando demostrar a los demás, que estas sensaciones eran moneda corriente en nuestra existencia, volvimos a salir, para sentir definitivamente que nada sería lo mismo desde ese momento. Girar la cabeza y ver llegar a Rudolph Schenker y a Mathias Jabs, quién dicho sea de paso venía con una de las mujeres más bellas que vi en mi vida, quién durante quince segundos se llevó toda mi atención. Sabía que era ahora ò nunca, y en un correcto inglés le solicité la foto de rigor al hermano de Michael, quién accediò, en principio de buena gana, pero al demorar el flash, empezò a impacientarse, lo que me puso sumamente nervioso. No podìa ni debìa perderme esa chance, y en mi tensa sonrisa dejaba entrever la situaciòn. Por suerte el flash iluminò la escena y esta quedò inmortalizada.
Sin saberlo ese flash habrìa de dejarme una sensaciòn  de derrota que perdurarà por siempre, más allà que no puedo quejarme por lo vivido, pero esa noche fue irrepetible y un par de momentos quedaron en la nada misma una vez que me entregaron las fotos.
Volviendo a la situaciòn y sin haberme podido recuperar, veo emerger la figura de David Coverdale, caminando hacia mì, efundado en una remera con la imagen de Mickey Mouse y un pantalón de vestir...Era EL momento..."Excuse me David...Can I take a photograph with you ? " exclamé sin perder la compostura ( al menos hacia afuera),  y el vocalista responde, cual Lord inglés..."Oh, Sure". Como pude me pare a su lado, y nuestra amiga brasilera gatillò, lo que en ese instante era la gloria misma. Al agradecerle, me responde con una sonrisa, siguiendo su camino. Podía morirme en ese instante que nada me importaría. De hecho no podìa reaccionar, petrificado en el lugar, cuando lo veo volver a Coverdale, pero acompañado por Ozzy !!!!!!!!!!!!!. Las dos leyendas juntas, la historia del hard y el metal, los mentores de la música que había decidido unos años antes para musicalizar mi vida, estaban ahì...frente a mì. En un momento deciden ponerse a charlar al pie de la escalera, si que nadie repare en ellos, salvo nosotros. Con una audacia inédita en mì, decidí volver a molestar al ex Deep Purple, y reiterarle el pedido de una foto, pero esta vez, en nombre de ambos. Sin dudar ambos se pararon detrás nuestro un par de escalones por sobre nuestra humanidad, y con una amabilidad que me emocionó accedieron a darme la chance de perpetuar el momento. Vera, nuestra amiga carioca apuntó y retrató, la que sin dudas es LA FOTO DE MI VIDA, más allà de la imperfección que significó apuntar fuera de foco y que la imagen resultare tal cual la ven. De todas maneras la emociòn del instante es tangible con solo ver nuestras miradas. Un nuevo agradecimiento tanto a Coverdale como a Osbourne, quienes se quedaron, como cualquier mortal ensimismados en una charla privada y sin intrusos alrededor ( excepción de  nosotros, obviamente ).
Juro que costó recuperarse, y no era para menos. En tan solo media hora, habíamos visto pasar frente a nuestros ojos parte de la historia viva del metal. De hecho un rato más tarde el batero de Scorpions Herman Rarebell salió a saludar a los estoicos metaleros que se habían agrupado en la puerta, provocàndo un mini escándalo, y una vez que reingresó, fui por su autógrafo, que poco y nada costó conseguir. No hice más que guardar el papel que una vez que levante`la vista, tenía frente a mi a Jake E. Lee, al que aprovechando que tenía una lapicera a mano le pedí que también me firmara. Debo reconocer que el guitarrista de Ozzy fue el más parco de todos los que me había cruzado ya que casi de mala gana accediò a firmarme.
Para poder volver a la realidad, decidimos hacernos a un lago y tomamos asiento en unos comodìsimos sillones en jardín del hotel. Era obvio que no podíamos comprender lo que estábamos viviendo, y casi de la nada misma. La providencia estaba siendo muy generosa con nosotros. No podíamos pedir más y todavía nos faltaba la frutilla del postre 24 horas más tarde. Pero eso será motivo del próximo post...

David Coverdale, Ozzy Osbourne, quièn suscribe y mi amigo Sergio
Jamàs olvidaremos (?) a nuestra amiga fotògrafa, por su buen ojo.